Sostengo que es verdad
lo que se cuenta de mí.
Porque, ¿qué sentido tendría negarlo?
Si amé poco,
si amé demasiado;
si lo hice justo y suficiente
como para generar desagrado
y rechazo
en quienes esperaban más…
o no tanto.
Confieso que es verdad:
mi obsesión con la pasión,
la amargura,
y el llanto.
Que sentir me mueve,
sea bueno
o malo.
Lo que no permito —
bajo ningún pretexto —
es pretender
que no creí hacer lo correcto.
Sinceras fueron mis intenciones,
como sincero fue mi cariño;
como eterno es mi sentir,
como fue
mi anhelo.
No tengo más que hacer.
No sé.
No espero.
Si me levanto hoy
será un gran esfuerzo —
porque no tengo
dónde ir.