Tú podrías no hacer nada ideológicamente motivado, no tener una sola opinión trascendental, ni una lucha, ni tomar ninguna posición activa en un conflicto.
Podrías estar vendiendo relojes de lujo.
Solo tienes que entrar a la tienda, solicitar empleo y aprender todas las minucias y nimiedades del oficio: la astucia, la etiqueta, el decoro.
Pasar semanas subiendo videos y fotos de relojes, comentando sobre otros relojes, llamando la atención sobre tu «experticia» y desarrollando conexiones con tus clientes, más allá de la transaccionalidad de la compra.
Puedes hacer eso por semanas. Puedes hacerlo por meses. Puedes no solo vender relojes, sino también autos de lujo, y luego ropa.
No pusiste un centavo en el negocio y la única inversión está en tu ingenio y tu apariencia.
Si todo lo hiciste bien, las condiciones que creaste para tu vida—de comisiones altas y contactos pesados—te harán exitoso.
Lo que eres es un actor. No tienes nada tangible fuera de esto. No tienes educación real, ni aspiraciones, ni sueños.
La política te vale cebo, los derechos humanos se quedaron en el aula de cuando eras pequeño, y los infortunados existen donde no puedes verlos.
Aun así, aunque no te conozca nadie por nada que hayas hecho, eres exitoso.
En las cenas mantendrás la espalda recta, los antebrazos sobre la mesa y la mirada atenta sobre quienes hablan, comiendo con la boca cerrada, bocanadas pequeñas.
Tal vez, a veces, pasado de copas, hagas alardes, te inventes dos que tres emociones que te hubiera gustado sentir en los momentos que fuiste miserable en un evento que pretendías disfrutar.
Pero al volver a tu mansionada casa alquilada, con cuadros colgados esperando agarrar valor cuando el artista parta antes que tú,
electrodomésticos que cumplen más funciones de las que necesitas y apenas usas,
y te acuestes, tal vez solo, tal vez con compañía,
en tu cama de frazadas importadas de algún país europeo que un día visitaste en un viaje de negocios,
y sientas el frío artificial del aire acondicionado,
recordarás por un momento, con anhelo, cuando eras niño,
y querías ser bombero.