Apuntale al oligarca

¿Es esta la patria en la que creo?
Donde estamos todos contra el cuello
de quien no piensa lo mismo,
aunque nuestras acciones
no concreten ningún fin específico.

Cambios
esperamos
desesperados.

Es una pelea que estamos perdiendo:
divididos,
perdidos,

buscando culpables
en toda esquina.

Si no es el político, es el sindicalista,
el presidente,
o el magistrado,

que ganan mucho más que todos nosotros —sí—
y para colmo
pagamos su salario.

Corrupción rampante,
abusos de derechos humanos,
condiciones de vida deplorables,
falta de agua,
techo,
y caminos debidamente asfaltados.

Insumos hospitalarios
material didáctico
infraestructura educativa

en áreas de difícil acceso.

Y es eso
lo que da rabia:
que la democracia
no la ven
las comarcas,
ni los pueblos
metidos por canto del rayo.

Hace falta ya
una constituyente originaria,
una reforma tributaria,
laboral
y agraria.

Que viva la libre empresa,
que solo será libre
cuando el monopolio extranjero
en mi territorio
no exista.

Ni mucho menos el nacional:
muy pequeña ya es mi tierra
pa’ que tres familias
sean dueños
del istmo
de frontera a frontera.

No somos el pueblo más fácil
con el que tratar.
No nos aguantamos
ni a nosotros.

Pero más grande que nuestra molestia
son los años de vergüenza
y humillación

dentro de los 1430 km²
que por 85 años
sentenciaron
jurisdicción ajena
en el corazón
de mi patria bella.

Nací después del milenio,
donde nos dieron
lo nuestro de vuelta.

Y como le prometieron a mis padres,
mis abuelos
me dijeron a mí:
que no seríamos de afuera,
que ya no vivirían gringos dentro.

Pero el arrabal no para de crecer
y el dinero se concentra
en sus barriadas cercadas
con garita y alambre de acero.

En sus mansiones
que se hundirán con sus rellenos.
En sus islas
hechas de especulación
y malicia.

Los gringos se fueron.
Pero seguimos afuera.

Mirando desde la baranda
cómo nos mintieron.

No hay que darle razón
a ninguno de ellos:
con jubilación privada,
como sus escuelas,
clínicas,
fincas
y sueños.

Este lugar ya es un paraíso —
no se necesita ser uno fiscal.
Somos suficientes, nosotros,
sin servirle a un capataz.

Que esta va pa’ quienes crean
que Victoriano perdió la guerra.

Que no se mate el pueblo.
Pero si te pueden las ganas,
apúntale al oligarca.